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¿Cuáles son las cuatro formas del principio de razón suficiente y en qué consisten cada una de ellas?

¿Cuáles son las cuatro formas del principio de razón suficiente y en qué consisten cada una de ellas?

Armando González , 12.02.2015, 00:03
Estado de la idea: bajo revisión

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claudiodiazaviles, 12.02.2015, 11:40
La siguiente es una explicación breve y clara sobre la tesis doctoral de Schopenhauer "Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente". La referencia bibliográfica viene al final.


"Para explicar brevemente en qué consistió la tesis doctoral de Schopenhauer, bastará decir que se centraba en el análisis minucioso del denominado principio «de razón suficiente»; se le considera el principio filosófico por excelencia y su fórmula más general reza así: «Nada es sin una razón —o fundamento (Grund)— por la que es», lo cual equivale a decir que «todo lo que es tiene una razón de ser», que lo que hay —lo que existe— responde a un fundamento. Dicho principio, afirmaba Schopenhauer siguiendo a Kant, constituye la ley a priori por excelencia de nuestro conocimiento, y rige la relación del conocer «por excelencia », la relación del sujeto y el objeto, inseparables uno del otro, inconcebibles el uno sin el otro.

Desde semejante punto de vista, el principio de razón suficiente se erige en el principio general que gobierna todas las ciencias y lo invocamos en cuanto formulamos la pregunta fundamental de todo el ámbito del saber humano: la pregunta por «el porqué» de los acontecimientos y de las relaciones de los hechos en general.

Schopenhauer exponía en su tesis que el principio de razón tiene cuatro formas de especificarse y que cada una de ellas responde a una manera de preguntar «por qué», tanto dentro del ámbito de las ciencias como en el de la filosofía o en el de cualquier saber humano. Helas aquí:

1. Preguntamos por la razón de que sucedan las cosas; es decir, por una razón del acontecer que nos remite al plano de los objetos de la experiencia, a los hechos sensibles y acontecimientos (al preguntar así nos remitimos a la «ley de causalidad», a priori en la constitución cerebral humana).

2. Cuando nos adentramos en el plano de los objetos del conocimiento, es decir, el ámbito de los conceptos y los juicios, no preguntamos por la razón de que las cosas sean, sino por las razones que aportamos para decir que son de tal o cual modo; esto es, preguntamos por una razón del conocimiento o razón de la verdad de un juicio).

3. En el ámbito de la aritmética y la geometría puras rige una denominada razón de ser, a la que invocamos cuando hacemos preguntas del tipo «¿por qué al número 1 le siguen el 2, 3, 4…?», «¿por qué todo triángulo trazado desde cualquier punto de un círculo hasta los puntos extremos del diámetro tiene un ángulo recto?». Ello es algo que solo se puede demostrar por la manera de ser del espacio percibido o de la sucesión temporal (merced a los aprioris del espacio y el tiempo en la constitución cerebral del ser humano).

4. Finalmente, hay un plano distinto al de los anteriores: el que se refiere al ámbito de la interioridad del sujeto, «el sujeto que es conocido como ser volente» y no como otra cosa. Las preguntas dirigidas a este denominado «objeto de la intimidad», la pregunta por la razón de una acción, inquiere por los motivos que indujeron al sujeto a realizar dicha acción.

Así pues, correlativamente a estos cuatro tipos de «objetos» por los que inquirimos —los acontecimientos, los conceptos, la aritmética y geometría puras y el sujeto volente—, deben especificarse cuatro maneras de preguntar y estas ayudan a establecer las cuatro clases de raíces del principio de razón suficiente.

Schopenhauer observaba que a lo largo de la historia de la filosofía se habían soslayado estas divisiones específicas, de manera que filósofos y científicos habían inquirido por las «razones» y los «fundamentos » de las cosas, por las «causas», por los «motivos», sin saber exactamente a qué tipo de razón suficiente o «por qué» estaban apelando y a qué plano de la realidad pertenecía la respuesta que podía ofrecerse; lo mezclaban todo en sus respuestas y creaban confusiones que finalmente desembocaban en percepciones e ideas de la realidad —nosotros mismos y el mundo en general— completamente distorsionadas.

Así, un filósofo que se preguntara por la razón de la existencia del mundo (razón del acontecer) y respondiese «Dios es la razón de su existencia », en verdad estaría inquiriendo sin saberlo por la razón de conocimiento, y respondería en un plano conceptual al que aplicaba erróneamente la ley de causalidad, únicamente válida para la primera clase de objetos: es decir, para los hechos de la experiencia y todo tipo de acontecimientos y hechos sensibles. Que supieran a qué plano de la realidad
se remitían y qué leyes específicas invocaban al formular preguntas y al aventurar respuestas, era algo que el neófito Schopenhauer exigía instaurar como imperativo ineludible para los filósofos venideros y por el bien del conocimiento, la filosofía y las ciencias. "

FUENTE: Luis Fernando Moreno Claros. Schopenhauer: una biografía: Trotta. 2014. P 181-183.

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